El miedo tiene una función adaptativa y de supervivencia. El miedo es una emoción que todos desarrollamos a lo largo de nuestra vida, pero dependiendo de la edad, se manifiesta de diferentes formas. Simplemente se trata de un proceso evolutivo que debería de desaparecer poco a poco, e ir transformándose.
Algunas observaciones sobre el miedo en la infancia
- Es normal que los más pequeños sientan miedo a separarse de sus progenitores, a los ruidos extraños, a las brujas o a los monstruos y, en algún momento, a la idea de la muerte. Todos pasamos por estas fases, son normales y nos entrenan para sobrevivir en el mundo que nos rodea. Pero, si alguno de estos miedos, se hace persistente, entonces, deberíamos hablar con algún especialista. Algunos ejemplos serían los siguientes: terrores nocturnos, pesadillas recurrentes, algún tipo de fobia a algún animal o a alguna situación que no le permita hacer una vida normal.
- Se contagia con facilidad, en especial cuando eres pequeño y te enfrentas por primera vez a una situación nueva. Los niños miran a sus padres o figuras de apego y observan su reacción, así modelan el miedo. Según como perciban el miedo en los otros, aprenderán ellos a gestionarlo. Por ello, hay que tener cuidado con la exposición en exceso de la información negativa o no adecuada en edades tempranas.
- La actitud y comportamiento de los padres o figuras de referencia es determinante.
Ante todo, hay que dar valor a las emociones y sentimientos que nos transmiten los niños sin menospreciar sus palabras y estados de ánimos. Debemos pensar que cuando nuestros hijos nos dicen que tienen miedo es porque lo pasan mal de verdad.
8 tips para abordar los miedos infantiles
- Nunca debemos minimizar los miedos infantiles o tratar de racionalizarlos con la lógica de un adulto. Evitar comentarios como “eso no es nada”, “son tonterías” o “Los fantasmas no existen” etc.., pues el miedo no se basa en la lógica o en sentimientos racionales y para el niño existe un miedo real.
- No se debe reprochar al niño que pase miedo. El miedo es necesario y adaptativo, y cómo veremos más adelante, pasa por unas fases comunes, bastante generales en casi todos los niños con mayor o menor intensidad. Casi seguro, que los miedos de los adultos también podrían resultarles “raros” a los niños.
- Hay que ayudar al niño a reconocer el miedo como emoción. Enseñándole que el miedo es algo natural y haciéndole saber cómo se presenta. Le ayudamos a reconocerlo como paso previo a superarlo. Podemos pedirle que nos cuente lo que pasa en su cuerpo cuando tiene miedo o que pensamientos tienen en esos momentos. Hablar del miedo en sí, como emoción, y no de sus causas.
- Debemos darle forma al miedo. Nombrarlo. De esa forma se debilita un poco su poder. Al llamarlo por su nombre, lo asumimos. Verbalizándolo, desactivamos su cara irracional, lo traemos al terreno de lo comprensible y lo transformamos en algo reconocible, que hace que lo puedan superar más fácilmente.
- Frente al miedo, hay que ofrecer seguridad. Esta se puede transmitir mediante el contacto físico (abrazos, caricias, cercanía) o mediante la palabra. El mero sonido de la voz de una figura de apego o de autoridad en alguna materia, supone un referente para el niño que sufre esa ideación de miedo, ayudando a rebajar la intensidad y a recuperar la calma y la ansiedad que esto supone. Se trata de restablecer el equilibrio emocional que el miedo ha destruido, para desde esa situación de calma, poder abordar las causas y las estrategias para combatirlo.
- Facilitar estrategias de superación. No existen recetas mágicas, cada niño es un mundo y hay que conocer cómo funciona su sistema de creencias y la capacidad de afrontamiento y regulación que tiene según su edad o personalidad. Muñecos, objetos o juguetes a los que les asignamos unos poderes especiales funcionan a modo de placebo suele funcionar.. Construir una figura de arcilla que representa el miedo y observarla, destruirla después, hace que simbólicamente, nos deshagamos del miedo.
- Que el miedo le produzca risa. Cuando estamos contentos y nos reímos de algo, los problemas se hacen pequeños. Si podemos añadir el humor al afrontamiento del miedo, habremos logrado una buena herramienta para que el niño aprenda a minimizar estos miedos comunes, como por ejemplo el miedo a los monstruos del armario. Si nos los imaginamos disfrazados con prendas locas y divertidas el monstruo ya no es tan monstruo. Podéis ver esto en el cuento llamado “Hay un monstruo en la oscuridad” de María del Mar Saldaña.
- Valorar la evolución. De vez en cuando, es interesante hacer conscientes a los niños de sus avances y sus mejoras, para que así, puedan ver los resultados de todo aquello que han hecho para resolver esa situación y equilibrar ese estado emocional.
En Kokoro, nos gusta aportar nuestro granito de arena para poder superar estos miedos, por eso en nuestra app hemos desarrollado cuentos que pueden ayudar a los padres y sus hijos más pequeños a entender estas emociones y poder enfrentarlas.
En el siguiente enlace a nuestro videoblog puedes ver nuestra recomendación para educar en emociones.
Cuentos para abordar el miedo en los niños/as
Hay un monstruo en la oscuridad de María del Mar Saldaña. (2016)
Monstruosa sorpresa de Édouard Manceau. (2015)
El libro valiente de Moni Port. (2014)